Un auténtico nidito para dos, donde pasar un fin de semana o más arrullando.
Totalmente equipado, en el primer nivel se encuentran la sala de estar, el salón, el comedor y la cocina, y una magnífica escalera de caracol, realizada por Claude, el ferretero local, conduce al dormitorio y a su bonito cuarto de baño.
Desde la gran ventana, situada en lo alto del piso, se puede admirar la torre de la iglesia y ver pasar las horas en el reloj del pueblo.